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”Fuimos, somos y seremos una organización que se resiste a caer en el escepticismo. Somos y seremos, en esto radica nuestra fuerza maravillosa: en ser y en resistir a la destrucción. Volvemos a insistir en el desafío esencial: Oponerse a la muerte con actos de vida. Todo ser de Nuestra Gente está llamado a dar de sí lo mejor: la responsabilidad de un artista en la comunidad soberana, co-creador de un profundo acto en la fe poética de la vida.”

 

Jorge Blandón, 2017

Cofundador de la Corporación Cultural Nuestra Gente

Corrían años difíciles en el centro de Medellín y en algunos barrios de la ciudad, como el Santa Cruz (Comuna nororiental). La guerra del narcotráfico se había agudizado. Los jóvenes eran presa fácil de cuadrillas de sicarios. En vista de este panorama desconsolador, en marzo de 1987, cuatro jóvenes con sueños utópicos, dieron vida a la Corporación Cultural Nuestra Gente, en ese barrio Santa Cruz, que desde fuera era visto como símbolo del terror. Al inicio, se reunían en las casas de cada uno de ellos, y se ponían de acuerdo en distintas acciones. Una noche decidieron organizar el I Festival de la Cultura y la Alegría. Así lo hicieron el 19 de julio de ese mismo año. Este fue su registro público de nacimiento.

 

Para sostener sus objetivos, trabajaron en lo que se presentara y vendieron alimentos en sitios concurridos de la ciudad. Según Néstor López (1997): “La filosofía que regiría y rige a la Corporación Cultural ya estaba echada, una amalgama perfecta entre arte, vida y alegría. Una ‘combinación’ extraña a quienes aún creen que la vida es demasiado terrenal para estetizarla y el arte demasiado alto para ser alegre, para ser vital”.

 

Uno de esos jóvenes que dieron vida a la Corporación sigue siendo en la actualidad su director, Jorge Blandón, quien junto con sus compañeros sufrieron amenazas y atentados. Debieron abandonar la ciudad. Aunque regresaron y en 1991 compraron una casa con el apoyo de la Consejería Presidencial, que creyó en el proyecto. Se enfocaron en la población joven e infantil. A partir de entonces el propósito es: formar artistas para la vida. Esta es una de las máximas que mantiene vigencia en la actualidad.

 

En 1994, se reactivó el programa con los ancianos del barrio que en años anteriores no había tenido la resonancia esperada. Al día de hoy, las gestiones culturales, las estrategias para llegar a más adultos, a jóvenes y a la niñez, los encuentros, los festivales, los montajes teatrales y de calle, y cada uno de los programas con la comunidad siguen dando sus frutos.

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