


“… Barrio Comparsa es el helado [compuesto por] todo tipo de cosas… mucha alegría para mucha gente, poderse comunicar a través de esto y esa metodología es la que nosotros llamamos el taller de la alegría, algunos grupos que hay en el barrio son hijos de nosotros, aún son hijos de A Recreo Teatro, ni siquiera de Barrio Comparsa… mira cómo se va generando y va dejando unas semillas ahí…” Fernando García.
Este es el legado de Fernando García y los integrantes de Barrio Comparsa.
Desde niño, Fernando García ha sido un gran contador de cuentos y con habilidad para liderar actividades lúdicas y artísticas. Él ha creído firmemente que para producir algún cambio social, se debe fomentar la educación y apoyar a la niñez y la juventud.
Su organización se llama A Recreo Teatro. Inicialmente, García solo pretendía que niños y niñas ocuparan su tiempo libre en espacios abiertos. Este recorrido se mantuvo desde 1987 hasta 1990, en el que logró aglutinar a través del arte a más de cuarenta jóvenes y cuatro organizaciones juveniles. El impacto fue positivo. Entonces, recibió apoyo institucional durante este proceso.
Corrían años difíciles en las barriadas de Medellín y en la ciudad entera, bandas criminales, milicias guerrilleras y el narcotráfico se tomaban las calles. Las bombas de Pablo Escobar retumbaban y los ciudadanos se sentían amenazados. El encierro era forzoso. García se involucró con juntas comunales en el barrio Manrique (Comuna 3), e inició el proceso de resistencia desde el arte callejero, después de un viaje a Bogotá, donde toma contacto con otras organizaciones artísticas y amplía su formación.
Regresó al barrio y continuó su labor comunitaria. Infortunadamente, por amenazas García debió migrar. Se fue a Santa Elena llevándose consigo todos los elementos de A Recreo Teatro. Allí tuvo que esperar alrededor de cuatro años, aunque, sin olvidar su barrio. Concibió otras formas de resistencia pacífica. Este proceso desembocó en la creación de una de las corporaciones más memorables: Barrio Comparsa. Se trataba de expandir los límites de los barrios y unirlos en un gran abrazo por medio de música, chirimías, zanqueros, payasos, teatro callejero y danzas, a través de la unión de varias organizaciones. Así nació esa expresión del arte y la cultura que se rebeló contra las maquinarias violentas.