Traductores colombianos
En el siglo XIX, los repertorios franceses se popularizaron especialmente (pero no de manera exclusiva) a través de las compañías itinerantes. Definitivamente esta es la vía más expedita para la divulgación de la cultura teatral. En España, algunos autores franceses fueron muy representados, por tanto, más traducidos y publicados. De esta labor se encargaron asimismo dramaturgos españoles.
Saber exactamente quienes fueron los traductores preferidos por las compañías itinerantes, es una tarea difícil, teniendo en cuenta, además, que algunos autores franceses tuvieron un número importante de traductores y que rastrear la práctica de dichas compañías, que se movían de un país a otro, cambiaban de público y de elencos en este trasegar, es aun más dificultoso. Lo que si se puede dar por cierto, dada la práctica teatral a lo largo de siglos, es que las adaptaciones de dichas traducciones se daban al llegar a América. Los teatreros debían adaptarse a las culturas regionales para lograr una buena comunicación con sus públicos.
De la práctica teatral colombiana del periodo, deducida de las obras traducidas y de las columnas de crítica periodística, se pueden aventurar varias hipótesis. Las adaptaciones debían conservar el número de actos, de lo contrario la sociedad culta americana hubiera calificado esto como una falta grave contra la literatura dramática. Se aceptaba quitar o acortar escenas no fundamentales para entender la obra. Así que estas versiones, según la ciudad o población, podían variar su extensión. Esta práctica también dependía del tamaño de la compañía, del virtuosismo de sus integrantes y, tal vez lo más importante, de sus capacidades económicas, pues quitar o dejar escenas afectaba también el número de personajes, el vestuario, etcétera.
En las obras históricas las tijeras debían ser muy cuidadosas, dado que había algunas figuras políticas, francesas, que el público culto conocía y el popular también, por los discursos y referencias de diversa índole. Lo que el público no hubiera aceptado definitivamente, es la práctica, tan frecuente hoy en los escenarios, de trasladar los sitios históricos a España o a América.
Clic aquí si desea continuar:
Traducciones de nuestros ingenios. Siglo XIX